Porque hubo un tiempo en que se estaba dispuesto a dar la vida por ayudar a unas personas, por defender unos ideales, haciendo propios los problemas de los demás.
La muerte llega abundante a partir de problemas
resueltos sobre el mapa, disposiciones bien ordenadas,
ángulos de elevación y de tiro;
llega inocente desde herramientas que a los niños
les encantaría guardar bajo su almohada,
e inocentemente empala cualquier cuerpo.
Tras la carne se desmorona también la mente,
cuyo pensamiento deja un reguero que impide
pensar con claridad en un propósito.
El avance del veneno en los nervios
y el colapso de la disciplina se detienen.
El cuerpo ya solo espera la tolerancia de los cuervos.
Charlie Donnelly
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